Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

miércoles, 10 de abril de 2013

Intercambio biológico


Para Itziri.

Del ámbito de la botánica llegan aportaciones importantes para la comprensión de los contactos entre Asia y América a partir del siglo XVI como resultado del intercambio humano y comercial propiciado por la Nao de China. La bióloga Reyna Maria Pacheco Olvera publicó en 2010 un artículo que resume parte de su tesis de maestría (1), en la que señala las diversas formas en que el intercambio de plantas en el Pacífico se dio en ambos sentidos, en un amplio rango de usos, tanto para la alimentación, como para textiles y medicinas.  Conforme a su interesante y extenso estudio, alrededor de 230 especies de plantas útiles fueron intercambiadas con diversos fines. La investigadora mantiene una página de internet junto con otros analistas del tema.

A diferencia de los análisis convencionales, la bióloga Pacheco señala de qué manera el Galeón de Manila no se limitó al comercio de seda y plata, sino que desde un principio se incorporó el intercambio de plantas y sus productos a la vida cotidiana de los pueblos tanto en América como en Europa y Asia. La Nao de China modificó las necesidades básicas desde el siglo XVI, en la alimentación, la forma de combatir las enfermedades, las fibras para el vestido y el material de construcción de las viviendas.

En una primera instancia, como ya ha sido ampliamente documentado por Alfred W. Crosby (2), la colonización de América significó un vuelco en la vida de muchos pueblos a ambos lados del Atlántico. El proceso de adaptación de los europeos al terreno americano generó, por medio de la experimentación, un uso renovado de los cultivos indígenas que en esencia es una adaptación cultural de dimensiones formidables, en el que se mezcla la papa, el cacao, el chile en los gustos europeos. Esa experiencia se fue afinando en los campos del nuevo continente, pero también en las embarcaciones que iniciaron su trayecto hacia el poniente a través del Océano Pacífico. La forma en que describe este proceso permite pensar de qué manera los viajeros de aquellos siglos cumplían al mismo tiempo la tarea de guerreros, administradores, misioneros y agricultores:

‟Se utilizaron métodos especiales para proteger las especies durante el trayecto y procurar que llegaran en buen estado para favorecer el cultivo exitoso: las especies carnosas con semillas se conservaban entre azúcar molida; las cebollas se propagaban por el bulbo, no por semillas; las raíces tuberosas, como la papa y el jengibre (Zingiber officinale L.), se conservaban en arena seca; los bejucos (Calamos spp.), que se plantaban por estacas, se transportaban envueltas en musgo y al llegar se remojaban antes de plantarse.
‟(...) el mercado de especies y productos trajo consigo un intercambio cultural que se reflejó en el conocimiento popular y la percepción de las plantas útiles e introducidas adoptadas durante los 250 años que persistió el comercio de la Nao de China, período en el que viajaron especímenes vivos, hojas y estructuras de plantas como raíces, frutos, flores y semillas de diversos usos.
‟Cada una de las especies útiles adoptadas pasó por un proceso de aceptación distinto en cada cultura. Ciertos vegetales fueron aceptados de inmediato, por ejemplo en México la caña de azúcar (Saccharum officinarium, L.), el café (Coffea arabica L.) y el plátano (Musa ssp.) fueron introducidos exitosamente y se destinaron espacios para su cultivo con la intención de exportar la producción. Las especies tintóreas, también llamadas colorantes, como el palo de campeche (Haematoxylum campechianum L.) y el añil (Indigofera spp.), asi como el insecto de origen mesoamericano denominado grana cochinilla (Dactylopius coccus) tuvieron gran aceptación y se explotaron comercialmente con éxito.
La industria farmacéutica también se vio favorecida con el comercio, ya que adquirió una importancia notable con la venta de medicamentos, principalmente con la finalidad de abastecer los almacenes y boticas de la Nueva España, España y Cavite (Filipinas). Se comerciaron plantas secas con virtudes medicinales, como la manzanilla (Chamomilla spp.) y otras preparadas en forma de aguas, aceites y ungüentos; también se enviaban semillas, raíces y frutas, como la pimienta malagueta (Pimienta dioica L.), la raíz de jalapa (Convolvulus jalapa L.), la quina de Perú (Cinchona officinales L.), el azafrán (Crocus sativus L.) y los dátiles (Phoenix dactylifera L.), e incluso se transportaron plantas vivas, como la violeta (Violeta officinale L.).
‟Los soldados y navegantes disfrutaron de un peculiar mestizaje culinario al enriquecer su alimentación durante los viajes con productos de diferente lugares del mundo. Consumían garbanzos (Cicer aurientium L.), frijoles, cebolla, arroz (Oryza sativa L.) y azúcar; posteriormente adoptaron el chocolate, producto derivado del cacao (Theobroma cacao L.) para beberlo durante el viaje.
En el Mole,  platillo mexicano por excelencia se combinan productos de Asia (arroz, ajo, cebolla, pimienta) América (chile, cacao, jitomate), por lo menos.


Propósitos comerciales.

La carrera por las especias tuvo desde un principio un carácter comercial, sin embargo las consecuencias culturales fueron mucho más profundas de lo que cualquiera hubiera podido imaginar en aquella época.
‟ En Europa las especias de Asia ganaron popularidad en los círculos sociales acomodados, por lo que se pretendían que uno de sus principales productores, las Filipinas, se convirtieran en las nuevas Islas de la especiería, pero la agricultura no se reveló prometedora en dicho sitio y no se explotaron las riquezas naturales con la intensidad que se hizo en América, salvo excepciones como la canela (Cinnamomum zeylanicum Blume) y nuez moscada (Mystica fragans Houtt.).
‟Existió cierta preferencia por algunas plantas y sus productos en el intercambio comercial, por ejemplo, algunas especies asiáticas como la cebolla (Allium cep L.), la amapola (Papaver somniferum L.), la almendra (Terminalia catappa L.), y el jengibre; plantas americanas como los frijoles (Phaseolus vulgaris L.) y el chile (Capsicum annum L.); y las plantas de otras regiones como ajo (Allium sativum L.), manzanilla (Chamomilla spp.), haba (Vica faba L.) y sandía (Citrullus lanatus Thumb.).
‟Las plantas que se intercambiaron por lo general se encontraban en proceso de domesticación (...) Por esta razón, su suceptibilidad ante las condiciones geográficas y biológicas en un nuevo sistema ecológico era variable. Algunas de ellas se enfrentaron a la competencia con especies nativas que dificultaban el desarrollo de su cultivo, pero en otras ocasiones el escenario era contrario, puesto que las especies introducidas amenazaban la supervivencia de las especies nativas. Por esta razón, la selección artificial fue una valiosa herramienta para manejar el impacto de éstas en nuevos ecosistemas; en algunos casos se logró disminuir la competencia de algunas especies introducidas con las nativas y en otros fue inevitable el efecto, como ocurrió con el cultivo de trigo introducido por los españoles en la Nueva España que desplazó a muchas plantas nativas eliminándolas de su entorno.
‟El éxito en la introducción de las plantas en proceso de adopción estaba sujeto a las condiciones sociales y biogeográficas de cada región. La tolerancia a la presencia de plantas introducidas fue determinante para el exitoso cultivo de éstas en los diferentes continentes. Algunas de ellas eran más rentables si se cultivaban en el sitio original y así se garantizaba que el comercio continuara en tierra nuevas.
‟La creciente demanda de productos europeos, americanos y asiáticos permitió la creación de instituciones comerciales que se encargaron de la producción de especies de diferentes regiones, del procesamiento y venta de productos derivados de éstas, y con ello se abrió paso al proceso comercial e incrementar las ganancias económicas de los países implicados en el intercambio. Por ejemplo, la explotación y exportación de productos de otras especies, como arroz, azúcar y cáñamo (Cannabis sativa L.) permitió que se elevara la autonomía de las Islas Filipinas al dar origen a industrias muy productivas.
En las postrimerías de la presencia española en Filipinas, ya bajo la idea de la administración colonial ilustrada, se fortaleció la política de cultivos intensivos para la exportación.
‟La introducción y posterior cultivo exitoso del tabaco (Nicotina tabacum L.) en Filipinas propició la conformación de la Real Compañia de Filipinas, una de las instituciones que manejaba el capital económico de las islas. El desarrollo de la industria tabacalera tuvo tal éxito que por un tiempo se terminó la dependencia de los subsidios de México y se convirtieron en productores y exportadores a los países asiáticos. También en las Islas se intensificó el cultivo de plantas a gran escala, como caña de azúcar, cacao, canela, así como la producción de gusanos de seda, y la explotación de las riquezas minerales del país.
‟En 1784 se fomentó la producción agrícola, sobre todo la especiería, y se exportaban petates, esteras finas, sombreros de palma, algodón, varias clases de madera, nuez moscada, pimienta (Piper nigrum L.), arroz y azúcar. en 1785 se estableció La Real Compañía de Filipinas conformada para regular el movimiento comercial directo con España, de la que obtenían plata, grana, añil y con quien intercambiaban frutos. Numerosas especies extranjeras fueron aceptadas y en la actualidad siguen siendo utilizadas en una gran parte del mundo, como el chile (Capsicum spp.), el cual fue cultivado y se obtuvieron diversas variedades que en tiempos modernos son muy apreciadas en la gastronomía de Asia y la India.
Hasta aquí la extensa transcripción de un texto de mucho interés, disponible en internet para quien desee leerlo completo.

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(1) Reyna Maria Pacheco Olvera, El intercambio de plantas en la Nao de China y su impacto en México, en Caminos y mercados de México, pp. 593-607.  Coord. Janet Long y Amalia Attolini Lecón, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Histórica/ Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010 (serie Historia General, 23).

(2)Alfred W. Crosby. El Intercambio Transoceánico. Consecuencias biológicas y culturales a partir de 1492. UNAM, México 1991.

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